El embarazo es un rollo, y ya ni os cuento el parto... Después vienen noches interminables de dar el pecho, biberones, cambiar pañales... y días maratonianos de papillas, rabietas, paseos...
Y van pasando los meses, y el nene crece, y entonces le salen los dientes y el culito se le pone rojo, y la fiebre sube, y vuelven los lloros, las noches en vela...
Comienza a caminar, y entre paso y paso, algún que otro tropezón con sus correspondientes chichones...
Y sin darte cuenta, llega el cole... con sus catarros, la época de los piojos (sí, yo también creía que eso ya no existía!!!), las etapas del "no", del ¿por qué?, de los miedos, de pelearnos por las comidas...
Pero de repente un día, tu niño que ya tiene 3 añitos y habla como un cotorro... se empieza a poner mimoso contigo, y de pronto te llama "princesa", porque eso eres tú para él: la mami más guapa, quien más le quiere, le cuida, le mima, le lleva y le trae... y él te ve así, como su princesa... y cuando lo oyes, primero se te encoge el corazón, después se te llenan los ojos de lágrimas, y al final das las gracias a Dios por ese angelito que hace 3 años que llegó a tu vida y te la volvió del revés, y te olvidas de las noches en blanco y los días en guerra... y hasta te animas a repetir la experiencia y volver a por el segundo. ¡¡¡En ese momento definitivamente es que has perdido el juicio!!!
¡¡Ay!!, esos pitufines que provocan que salga lo mejor y lo peor de ti mismo...
ResponderEliminar¡Qué difícil!, pero ¡¡qué bonito verlos crecer!!... y hacerte más viejo :)
¡Besos!.
Estoy preparada para lo que cada día me dé. Con tres, solo puedo dar gracias por triplicado!!!
ResponderEliminar