Acabo de leer una pequeña reflexión que me apetece compartir con vosotr@s. Llega el final de verano, se acerca el comienzo del otoño y esta transición debería hacerse sin prisas. Vayas donde vayas, no corras. Es posible que necesites llegar puntual a tu trabajo, al médico o al cole a llevar a tus hijos, pero no necesitas hacerlo corriendo, entrando al final en una espiral de agotamiento y prisas.
Los filósofos zen dicen que el dolor es inevitable pero el sufrimiento no, también podemos decir que la velocidad es inevitable pero apresurarse no. El estrés y las prisas pueden conducir a equivocaciones, y al final, eso va en contra de nuestro objetivo inicial de ser puntuales.
Un estado mental tranquilo, incluso en medio de la tormenta de horarios que cada día nos imponemos, es esencial para llegar a donde queramos ir de una manera segura y puntual. ¡Feliz transición!
Muy bonita reflexión... qué torpeza la de dejarnos absorber por "el ruido de la ciudad" ;-)
ResponderEliminar¡Qué difícil evitar el sufrimiento!... ¿o no?
¡¡Jose: "Todo depende de nosotros, de nuestra actitud"!!
ResponderEliminarBesines.